Introducción
El primer y el segundo siglo no solo nos da un panorama de las
percepciones físicas sino también la defensa del evangelio ante quien sea, como
ya hemos estado viendo hubo hombres que dieron su vida por causa de su fe, pero
no fue sino después, que también comenzaron a surgir hombres quienes
presentaban defensa de la fe cristiana con argumentos sólidos que refutaran
toda clase de acusaciones, ya sea por simples paganos o gente muy intelectual,
esta lectura nos muestra cómo es que surgen los llamados defensores de la fe o mejor
conocidos como apologistas.
Desarrollo
Dado el hecho de que quienes practicaba la fe cristiana eran vistos
como gente inculta o ignorante, no
obstante daban su vida sin dudar de lo que creían, probablemente no sabían cómo
exponer de una manera clara y convincente su creencia, pero de lo que si
podemos estar seguros es que su fe era sólida o firme.
Los apologistas fueron
hombres que se propusieron escribir en defensa de la fe cristiana contra las
acusaciones populares y los ataques más sofisticados de los intelectuales de
sus días, deseaban presentarla como una religión intelectualmente válida, esperaban
cambiar la opinión pública en cuanto al Evangelio y llevar a los líderes de la
sociedad a su conversión. También querían hacer comprensible el cristianismo
ante los demás, por lo que se dieron a la tarea de escribir en el lenguaje
de acuerdo a su cultura.
Entre algunos apologistas más
destacados tenemos a:
Cuadrato de Atenas, Justino Mártir, Taciano, Atenágoras, Teófilo,
Minucio Félix, Comodiano, varones que en algunos casos en búsqueda de la
verdad, se vieron envueltos en otras filosofías, comprobando así que no hay
ninguna otra correcta, más que la fe cristiana, otros
sin querer, al estudiar la biblia para refutarla fueron convencidos por la
misma.
Éstos hombres tuvieron que
ser estudiosos de las Escrituras, para poder presentar argumentos sólidos, aún
más para aquellos que se creían muy intelectuales dentro de su cultura, y al
mismo gobierno cuando presentados para ser juzgados, debían ser convencidos de
la verdad del Evangelio por la racionalidad del discurso.
Justino Mártir, probablemente
el apologista más conocido, nunca renuncio a la
filosofía, pero se dedico a reflexionar profundamente sobre la verdad y en desarrollar una filosofía cristiana. Cada
uno de estos defensores de la fe, comenzó a abundar sobre un tema específico, y
aunque no todos fueron expuestos de una manera sencilla, pero podemos ver que
trataban de dar una base realmente bíblica.
Todas las obras que estos apologistas
dejaron son importantes porque es casi exclusivamente a través de ellas que conocemos
los rumores y críticas de que los cristianos eran objeto, y también porque en
ellas vemos a la iglesia enfrentándose por primera vez a la tarea de responder
a la cultura que le rodea.
En estos primeros siglos la iglesia se
vio atacada en sus creencias tales como la persona de Cristo y sus milagros y
resurrección, de la verdad y la autoridad de las Escrituras cristianas, de la
gracia, la regeneración, el cielo y el infierno, y de la inmortalidad,
pero todo esto hizo que la misma se viera más que obligada, fuera animada a
producir literatura que ayudara a entender el cristianismo.
Importancia de la lectura y
formación general
Conocer tan sólo un poco de lo
mucho que probablemente hay en cuanto a la vida y obra de los apologistas, ésta
lectura me muestra lo importante que es el estudiar y preparase para presentar
defensa de nuestra fe, no sólo a los menos incultos, por así decirlo, sino que
así como lo fueron los primero apologistas, es necesario tener argumentos
sólidos, y muy bien planteados para aquellos que también en nuestro tiempo
demandan una respuesta convincente ante su intelecto, conocimiento de otras
filosofías o preparación secular.
Es importante
creer, pero también defender lo que creemos, y esto sólo se logrará si
estudiamos la palabra de Dios, con dedicación y entendimiento, sobre todo con
la guianza del Espíritu Santo, con el fin de presentar defensa ante quien nos
demanda razón de lo que creemos, y no sólo como mero conocimiento.
Enseñanza
principal personal y ministerial
El testimonio de los apologistas de estos siglos, me enseña que no basta
solo con querer encontrar la verdad sino que una vez teniéndola, debo
defenderla de una o de otra manera ante los demás, pero de una manera sólida de
tal forma que refute toda enseñanza o ideología contraria a lo que la palabra
de Dios enseña.
Si los apologistas defendían
el cristianismo contra las acusaciones de ateísmo, libertinaje, y canibalismo
entre otras más en los primeros siglos, hoy no cambia la perspectiva de hacer
lo mismo, con el tiempo surgen tantas ideologías que yo como cristiana y aún
más como parte de un ministerio, debo prepararme y tener conocimiento de ello,
y no precisamente para llenarme de ese conocimiento sino para que cuando me
toque exponer, sobre todo a los que están en un nivel de estudio superior,
pueda dar respuesta convincente y real.
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